Al norte de la América del sur existe un gran espacio
delimitado por las montañas, la selva y el mar; allí en una inmensa llanura,
acariciada por el intenso calor del trópico está instalado un circo.
En su mejor momento esta carpa estuvo pintada con
franjas de colores vivos, tan brillantes como las casas del barrio el
Saladillo, en Maracaibo; o las lanchas peñeras de cualquier playa de la isla de
Margarita. El frente, el borde del techo y la punta de los mástiles están
abarrotados de muchas banderas rojas, grandes, pequeñas, solas o con estrellas.
La apariencia del toldo deja mucho que desear, en
general luce deteriorado, con la pintura de sus franjas muy descoloridas y grandes
espacios entre las costuras de la tela por donde se cuela el agua cada vez que
llueve. Por dentro no es mejor, el limitado espacio de las graderías da cabida
a cerca de ¡¡treinta millones de personas!!, quienes tienen que arreglárselas
cómo puedan para mirar la función.
El espectáculo estuvo dirigido al principio por un
presentador vestido de rojo que alternaba en cada número su indumentaria, de una
chaqueta escarlata con cordones dorados pasaba a un uniforme camuflado verde y boina
roja; cosa extraña en cualquier circo, pero que en éste ya era de lo más normal.
Con frecuencia el maestro de ceremonias hacía el papel de encantador de
serpientes o de flautista de Hamelín para embelesar con su música a parte de la
audiencia; pero el acto más destacado que realizaba este hombre era el de
payaso. El bufón producía la risa sin mucho esfuerzo, cada vez que se movía,
tropezaba y caía; como la vez que estando ante la presencia de su majestad, la
reina del imperio británico, Isabel II, se saltó todo el protocolo, la agarró
por un hombro y le dijo ¿jaoaryiu?; la cara que puso la soberana fue de terror
pues en actos oficiales nunca nadie la toca y este ridículo casi le agarra el
culo!!.
Otra ocasión memorable de su actuación ocurrió la vez
que en un “Aló presidente”, en cadena nacional, se puso a echar el cuento de un
ataque de diarrea por el cual acabó con todo el papel toilette que había en el
palacio de Miraflores. ¿Alguien habrá sopesado el impacto de semejante
ocurrencia en la economía nacional?. Nada más hay que imaginarse el costo de
tener a los medios de comunicación del estado más todos los del sector privado
encadenados por un payaso diciendo que tapó una poceta del palacio de gobierno
con mierda!!!, trajicómica la vaina.
Este maestro de ceremonias era loco pero no bruto, es
allí en donde la oposición a su gestión, los “escuálidos” como los llaman,
pedalearon y se cayeron feo.
Como todo tiene su fin; un día, uno de los leones del
circo se escapó porque había escasez de carne y siempre se la pasaba
hambriento. Cuando el animal vio al presentador del circo, seguro le pareció una
comida deliciosa porque además estaba gordito. No tardó mucho el felino en
tragarse al director del espectáculo; pero sucedió algo extraño, casi en
seguida la fiera comenzó a convulsionar y a los pocos minutos murió. El
dictamen del forense determinó que el león murió intoxicado porque la carne de
su presa estaba envenenada; claro!!!, ahora se entiende, si alguien intenta
envenenar la mente de las personas puede terminar padeciendo todo aquello que
pregonó.
El sucesor del Jefe de pista es ahora un ex conductor
de autobús, alias toripollo (cuerpo de toro, cabeza de pollo). A este artista
del ruedo le interesa mucho darle a su audiencia -cómo decían en la antigua
Roma- “Pan y circo”; a la gente de las tribunas les obsequia cotufas, papitas,
maní y tostón para mantenerlos contentos mientras observan el grotesco
espectáculo.
Todo circo posee muchas atracciones: animales,
malabaristas, acróbatas, contorsionistas; pero en éste, cualquier semejanza con
un espectáculo normal es pura coincidencia.
De los animales de este espectáculo destacan las
focas, seres con mucha destreza pero muy poca inteligencia. Por extraño que
parezca, estos individuos no pertenecen al grupo de los mamíferos, sino al de
los rojos-rojitos representados en la Asamblea Nacional. Entrenados y dirigidos
por el maestro de ceremonias, las focas aplauden a rabiar y menean la cabeza en
señal de aprobación cada vez que se les pide su opinión sobre cualquier cosa.
Las pocas veces que se les ocurre algo el propio jefe les dice que se vayan a
lavar ese rabo pues el único que piensa es él!!.
Otros bestias sobresalientes son los loros,
funcionarios públicos que repiten y repiten hasta el cansancio las consignas
del partido; frases como “lacayos del imperio o traidores de la patria” son
usadas a diestra y siniestra cada vez que se reúnen o son mostrados por los
medios de comunicación. La verdad siempre sale a flote, estos burócratas sienten
una pasión enfermiza por todo lo que venga del imperio “explotador y
coñoemadre”, les fascina ir a un McDonal’s, ponerse un bluejean Levi´s o tomar
Cocacola; pero lo máximo, el sueño dorado, es llevar a la familia algún día a
Disneyworld, en la tierra de los “enemigos de la revolución”.
Parte distinguida de la función son los perros, los
perros de la guerra, entrenados para ladrar a la menor provocación. Cualquier
can del espectáculo tendría un equipo adecuado para presentaciones como aros
para saltos o pelotas de equilibrio; estos perros son distintos, en su bizarro
equipo destacan cosas como fusiles Kalasnikov, aviones Sukhoi o tanques T-72.
Como dicen por allí, perro que ladra no muerde; a la hora de las chiquitas, los
gringos, nuestros supuestos adversarios, tienen unos perros grandes, cruce de
lobo con pitbull, bien entrenados ellos, que le daría un revolcón a cualquier
perrito nuestro.
Otros animales del entretenimiento son las tortugas, ministros
encargados del área económica, los cuales son unos verdaderos galápagos. En los
últimos años el crecimiento de nuestro economía ha estado rondando el cero por
ciento y ahora es negativo; de vez en cuando tienen la desfachatez de decir que
hemos dado un “gran salto hacia adelante”; por supuesto, se entiende si lo da
una tortuga, pues ésta después de dar muchas brazadas cree que ha avanzado mucho
pero en realidad casi no se ha movido. Lo peor de todo es que insisten en
llevarnos hacia “el mar de la felicidad”, fétido cuerpo acuático de color rojo,
perteneciente al océano de la economía socialista, altamente contaminado con
los desechos de Stalin, Mao tse tung o
Fidel Castro, en donde se han ahogado países como la Unión Soviética o la
República Democrática Alemana.
Parte importante del bestiario artístico de la carpa
son las ratas, animales peludos y repulsivos, dados a correr y morder con sus
afilados dientes a la menor provocación. A ellos se les ha asignado un número llamado
“justicia revolucionaria” que consiste en acusar a la gente así no haya hecho
algo malo, a la vez que dejan libre a cuanto delincuente simpatizante del
“proceso” encuentren. Lo insólito es cuando levantan cargos inexistentes, como
los hechos en contra del señor que fue dueño de un conocido canal de
televisión, por “ecocidio de especies naturales de nuestro país”. Al pobre
hombre le hicieron un allanamiento en una de sus residencias en donde
consiguieron rinocerontes, leones y jirafas disecados. Además de ratas son
torpes porque a quién se le ocurre que el fruto de cacerías en áfrica son
“especies de la fauna venezolana en vías de extinción”, por Dios!!!.
Algunos me llamarán ingenuo, pero tengo esperanzas,
deseos de que algún día podamos cambiar al director del espectáculo para hacer
de este circo algo digno de la tierra de Simón Bolívar. Sueño con algo así como
el “Cirque du Soleil” versión tropical, una carpa bonita, grande, muy colorida,
con espacio suficiente para todos; en donde cualquier venezolano pueda hacer lo
que desee, se divierta y sea muy feliz. Algún día…..
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