lunes, 26 de enero de 2015

Chichiriviche en tres días, día tres

 Enero 13, Martes, Día 3
Amanece, me despierto temprano, son como las 6:30; otro día comienza.
Como todo el mundo sigue durmiendo a esta hora me dedico a tomar unas magníficas imágenes del complejo hotelero Islas del sol y sus alrededores.
Paisajismo y arquitectura, muy bello
De verdad este sitio lo hicieron con dedicación; la arquitectura es hermosa, los detalles insuperables, las zonas verdes, ¡preciosas! Me dijeron que el constructor de todo esto, un italiano, tenía un negocio de canteras de materiales nobles para la construcción. Todo aquí está recubierto en mármol y granito; pisos, paredes, topes y baldosas. Cuando este lugar fue inaugurado seguro costó una fortuna y es innegable que era de primera categoría pero ahora luce con deterioro; por ejemplo, la suite que nos tocó a Eneida, Chela, Andrea y a mí tiene cerca de la entrada de una de las habitaciones un enorme hueco en el cielo raso producto de una filtración de agua del techo. Al baño principal se le cuela líquido por alguna parte y luce mojado todo el tiempo. El segundo baño tiene un olor raro, como de alcantarilla, consecuencia quizás de algún tubo de ventilación obstruido. La cama principal tiene el soporte del colchón roto de un lado lo que ocasiona el hundimiento del lecho por esa parte. Es lamentable que ocurran estas cosas en nuestro país, así no se puede y más considerando que no es gratis sino bastante costoso; ¿entonces? Si queremos cambiar a Venezuela tenemos que comenzar por algún lado.
Piscina para niños en primer plano, el pueblo al fondo
A pesar de todo lo malo encontrado, creo que el espíritu de nuestras vacaciones está muy alto e ignoramos las cosas negativas; simplemente tratamos de seguir disfrutando y punto, no se puede hacer otra cosa.
El paisajismo en general está bien cuidado
Desayunamos y nos vamos derechito a otra de las piscinas (en total son cuatro aparte de las principales). El lugar en realidad tiene dos estanques, uno grande y otro pequeño. La piscina mayor es de tamaño regular con una construcción a un lado que imita piedra, la cual es soporte para un tobogán, una cascada grande y otra más reducida. La piscina menor es muy acogedora y recibe a la cascada más pequeña. Juego con Andrea a aguantar la respiración debajo del agua; me sumerjo y cuento hasta minuto y medio, ¡Carlos Coste*, avíspate porque te voy a ganar!
Piscina con cascadas y tobogán
Me convidan a la piscina pequeña: allí estamos casi todos. Agarro la primera cerveza del día, hago el ritual cervecero de rigor con mi “alto pana” Juampa. Disfruto de la fabulosa cascada y hago el comentario: “cuando sea millonario instalaré algo así en mi jacuzzi”, ¡de ilusiones también se vive!
Sombrillas tipo churuata junto a la piscina
Disfrutamos del agua y el sol toda la mañana cual delfines en un acuario. Se acaba el tiempo y no nos queremos ir.
Hora 2:50; con el hambre metida entre pecho y espalda, Neldy hace los preparativos del almuerzo. Surge un problema: sólo hay dos platos de cartón y no hay más; entonces tratamos de resolverlo de alguna manera. Hay la propuesta de salirnos del agua, ir a una de las suites, comer en los platos de la cocina (cada suite tiene una cocina equipada con todo), entregar la habitación e irnos. Queremos sacarle provecho al sitio hasta el último momento por lo que hay un cierto sentimiento de comer en la piscina como sea; entonces se me ocurre bajar los platos de la habitación a la mesa junto al estanque pero Neldy manda a decir con Aura: “devuelve los platos”. Me voy con los platos a la suite cual perro regañado y entonces surgen dos bandos, los que quieren comer arriba y los que quieren hacerlo abajo; no nos ponemos de acuerdo hasta que a alguien se le ocurre una solución salomónica muy sencilla, buscamos varios potes de plástico usados para llevar alimento y ¡listo!, solucionado; tenemos un almuerzo de tubitos de pasta con salsa de carne junto a la piscina, ¡rico!
Entregamos la habitación y nos vamos como a las 4:00.
Reflexiono por el camino, a pesar de todo fue maravilloso!!!! Que se repita digo, pero será para otra oportunidad.
Venezuela, nuestra tierra, es como una madre que nos da hasta donde puede, no nos niega nada; nosotros en cambio somos mezquinos, no le regresamos a ella lo que merece, lo que deberíamos darle. Lo menos que podríamos hacer en esta nación para conservar las bellezas de nuestros parques nacionales es preocuparnos por no contaminar las aguas, no arrojar basura por todos lados, no acabar con la vegetación, no construir sobre humedales y áreas protegidas. Pensemos que muchos países del mundo no tienen ni remotamente las bellezas del nuestro; tenemos en demasía y no lo apreciamos. Cuidemos a nuestro país tan bello; ¡que viva Venezuela!


*Carlos Coste, apneísta profesional venezolano

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